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Nubes sobre el Mar

Nubes sobre el Mar
Cuadro pintado por mi hija pequeña

viernes, 4 de abril de 2014

Nunca digas de este agua no beberé.

Qué gran verdad. Si algo te enseña la vida, ya a mis cuarenta y ocho años, es que nunca sabes lo que acabarás haciendo y diciendo cuando cambien las circunstancias. Porque una cosa es que tengas unos principios innegociables en temas de vida o muerte, y otra es que no puedas cambiar de opinión en todo lo demás. Eso se nota claramente en los hijos. Cuando tienes varios, con el primero te pones unos límites que al final te acabas saltando proporcionalmente al número de hijos. Así que, si al mayor no le dejabas hacer algo, ten por seguro que el pequeño lo hará mucho antes de la edad permitida previamente.

Como yo soy la pequeña de cinco me encontré el camino allanado. Especialmente cuando llegan a la adolescencia es el momento de tirar todas las teorías a la basura. Creo que está bien intentar mantener unas pautas de conducta durante la niñez, pero siempre que seas consciente de que a la larga harán lo que les parezca. Porque es natural que así sea, a nosotros nos pasó igual. Cuando llega la edad rebelde quieren probar precisamente lo que no te gusta. Es difícil acompañarlos en ese momento buscando un equilibrio entre el control y la libertad. Pero ayuda mucho recordar que tú también fuiste joven y exploraste tus propios caminos.

10 comentarios:

  1. Es verdad, una cosa es lo que lees en los libros y en las mil revistas que lees mientras estás embarazada y el niño es un bebé, otra cosa es ponerlo en práctica...

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  2. ¡Ay! La adolescencia, qué edad tan complicada y las madres ahí intentando el equilibrio sin pasarse. Más tarde, cuandonos toca educar a los nuestros creo que es cuando más lo valoramos.
    Un beso Susana

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  3. Porque "más pronto cae un hablador que un cojo" ;D
    Sí, entre más edad tiene una, más claro queda que nunca se sabe, y más se entiende que cada cual hace lo que puede.

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  4. La vida te va haciendo cambiar de opinión según sus etapas.
    Besazo

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  5. A mí, en cambio, me tocó abrir camino por ser la mayor.

    Cambiar de opinión es lógico. No pensamos lo mismo con 48 años que con 28.

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Espero vuestras opiniones siempre que vengan con educación y respeto.