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Nubes sobre el Mar

Nubes sobre el Mar
Cuadro pintado por mi hija pequeña

lunes, 30 de septiembre de 2013

Acontecimientos

Como ya sabéis mi padre falleció el día veinticuatro de madrugada con ochenta y seis años. Llevaba cuatro años en diálisis y ya no soportaba el tratamiento. En ese tiempo la verdad es que ya le habían desahuciado tres o cuatro veces, así que ya estábamos hechos a la idea. Ha sido un duelo prolongado en el tiempo, de modo que ahora en cierto modo nos sentimos aliviados. Eso no significa que no esté hecha polvo, pero en fin, la vida sigue. Mi padre ya no era ni la sombra de quien había sido. Estuvo trabajando hasta los ochenta años, hace dos dejó de caminar, hace uno que dejó de oir y hace unos seis meses que ya no podía leer. Así que estaba incomunicado.

Sin embargo, conservaba todavía la mente en perfecto estado hasta que le pusieron la sedación en el hospital.  No es porque fuera mi padre, pero nace un hombre así cada muchos. Ha dejado un gran vacío en nuestras vidas. Ahora para intentar distraerme he decidido apuntarme a clases de inglés por la tarde, de repaso; y clases de taichi por la mañana dos días por semana, a ver si de ese modo consigo que se me acabe de curar la tendinitis del brazo izquierdo. Me temo que estoy intentando abarcar demasiado pero al menos tendré que intentarlo. Lo que no puedo hacer es quedarme en casa pensando, que han sido ya muchos meses de sufrimientos y necesito una sanación física y espiritual. Muchas gracias por vuestras frases de apoyo y vuestras oraciones. Besos.

martes, 24 de septiembre de 2013

Cierre temporal del blog

Hola. Voy a cerrar el blog temporalmente. Mi padre ha fallecido y necesito tiempo antes de volver por aquí. Muchas gracias por el apoyo.
Besos

lunes, 23 de septiembre de 2013

La familia y el cambio de siglo

Cuando entro en blogs de madres recientes me siento extraña porque sé que yo he sido una de ellas, con mis tres hijos pequeños pendiente de cada una de sus palabras. Durante quince años toda mi vida fueron mis niños, sus colegios, su ropa, sus juguetes y sus muchas enfermedades. Sin embargo ahora todo parece muy lejano. Me casé a los veintidós años que es la edad que va a cumplir mi hijo mayor. Lo tuve a los veintiséis. Es extraño el cambio de mentalidad que existe entre nuestras generaciones porque a mí ahora me parece apenas un adolescente, cuando yo sin duda ya era una adulta que estaba trabajando y quería formar mi propio hogar.

No sé si será casualidad, o si es que ahora con tanto móvil, ordenadores y maquinitas la vida les cunde mucho menos que a nosotros. Mis hijos se llevaban dos años los mayores y tres con la tercera; así que jugaban mucho juntos. Se pasaban las horas muertas inventando aventuras e incluso escribiendo pequeñas obras de teatro. Ahora que cada uno va por su lado añoro mucho esa época. Pero también me pregunto cómo podíamos hacer una vida tan completa y pasarlo tan bien sin tecnología, si ahora se pasan el día tecleando o tocando la pantalla. Me temo que es un tiempo y una forma de vida que se han perdido.

sábado, 21 de septiembre de 2013

El fenómeno Twitter y la información inmediata

Yo no tengo Twitter. No le encuentro la gracia. Sin embargo mucha gente de mi entorno lo tiene y algunos son personas adultas y sensatas. A mí me parece que el Twitter es como la sopa de sobre, un concentrado de noticias breves, chistes fáciles y reflexiones superficiales. Está bien si además lees un periódico de vez en cuando. Pero el problema es que hay mucha gente, especialmente jóvenes, que sólo se alimentan de twitter. Así que toda la información que reciben son noticias abreviadas y sesgadas con un tono humorístico y de ahí sacan sus propias conclusiones, a menudo equivocadas, sobre la actualidad.

Yo le suelo decir a mi hija que el twitter le va a secar el cerebro. A veces me pregunta por el último trending topic, porque naturalmente no tiene ni idea de qué trata. Pero al menos ella pregunta. Otros se lo tragan sin digerir. El otro día por la calle vi a unos adolescentes de no más de catorce años comentando sobre una de esas publicaciones. Así no es de extrañar que de pronto se monten campañas mediáticas contra personas públicas a raíz de cualquier tontería sin importancia. Mientras que sin embargo el mundo sigue rodando con temas realmente serios e importantes por resolver, que a nadie le importan, porque no aparecen en el Twitter.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Con veinticinco años de retraso

Hace ese tiempo que yo dejé mi trabajo con la intención de encontrar uno de jornada intensiva o media jornada. Los primeros años busqué más. Luego me dediqué a la familia. Finalmente, hace unos trece años hice un curso de secretariado informático para reciclarme, y seguí buscando. Y ahora que ya no lo busco, aparece. Un anuncio de recepcionista con nivel de inglés alto, informática a nivel usuario y media jornada de mañana. Ahora que yo ya no tengo ni la presencia, ni el nivel ni las capacidades necesarias. Resulta irónico. No es cuestión de intentarlo; es que yo ya no tengo fuerzas ni ganas para volver a trabajar.

Me recuerda cuando a los treinta y pico años conseguí por fin dominar el estilo en patinaje sobre hielo. Hubiera querido hacerlo a los quince años. Después ya no me sirve para nada. Igual con esto. Llega con veinticinco años de retraso. Pero, bueno, la verdad es que estado a gusto en mi casa todo este tiempo y no me puedo quejar.
Me iba de viaje la semana que viene por mi veinticinco aniversario pero no va a poder ser. He anulado los planes. Parece que nunca puedo hacer las cosas en el momento oportuno. Me da la impresión de que me paso la vida perdiendo todos los trenes.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Mi padre está otra vez ingresado. Perdonad que no siga mucho los blogs pero no tengo moral. Besos.

Amistad en los blogs

Últimamente he leído defensas muy apasionadas de las relaciones que se establecen por internet. Siento no ser de la misma opinión. Yo pienso que la única amistad que vale es aquella que se vive en persona. Por escrito uno puede ser encantador o al contrario, un perfecto malnacido, porque como se decía antes (en los tiempos analógicos) el papel lo aguanta todo. No cuesta nada elogiar descaradamente a alguien porque, total, no va afectar al resto de tu vida que transcurre fuera de la pantalla. Asimismo, tampoco se cortan algunos en sacar lo peor de si mismos sabiendo que no van a tener que pagar las consecuencias.

Yo soy partidaria del cuerpo a cuerpo y el cruce de miradas, que a menudo dice mucho más que las palabras, y del lenguaje corporal. Me temo que cuando estoy de bajón no me consuela mucho pensar que una decena de personas me transmitan ánimo en la pantalla. Necesito el contacto físico y saber que estarán allí todos los días. En internet la gente desaparece sin más de un día para otro, sin dar explicaciones ni que nadie se las pida. Un día eres el rey del cotarro y al siguiente puedes ser un paria. Como yo ya lo he vivido, perdonad que no sea muy entusiasta con este tipo de relaciones. Disfruto del momento pero tampoco espero más de lo que pueden ofrecer.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ipods, smartphones y demás

Durante muchos años me resistí a que mis hijos contaran con móviles inteligentes de los que permiten whatsapp y esa clase de cosas, y tampoco han tenido ordenador hasta los dieciocho. Me alegro de haber alargado los plazos lo más posible porque, desde que tienen esas maquinitas infernales, mi hija mayor sobre todo se pasa el día enganchada y es imposible mantener una conversación tranquilas. En primer lugar porque el invento se pasa el día zumbando. En segundo lugar, porque su atención está dividida entre lo que le dices y lo que está leyendo en ese momento, lo cual hace que se resienta la comunicación, especialmente si se trata del ordenador.

Cuando fuimos de vacaciones estuve viendo una casa rural que no tenía wifi y estuve a punto de elegirla. Al final fuimos a otra y se pasaron todo el tiempo con el aparatito en la mano, cosa que a mí me pone de los nervios. Me pregunto cómo podrían sobrevivir si sucediera un apagón general y de pronto tuvieran que prescindir de toda esa tecnología. El otro día vi a un hombre llevando de la mano a su hija que apenas andaba, mientras en la otra mano navegaba con su móvil. Al llegar a la caja del supermercado una señora ponía los productos en la cinta al mismo tiempo que escribía en el suyo. Esto empieza a asustarme. Me siento un reducto de otra época.


martes, 17 de septiembre de 2013

Adopciones homosexuales

A lo largo de miles de años de existencia, la humanidad ha ido desarrollando una serie de códigos de comportamiento más o menos universales. Así que no me vale que me digan que en las Islas Molucas no se siguen esas normas. Hablo de reglas que han pervivido a lo largo de la historia y en la mayoría de los lugares de la Tierra. Está entre ellas considerar familia a la unión de un hombre y una mujer con los descendientes de ambos. Luego están las excepciones por circunstancias de la vida, pero como bien dice el dicho: la excepción confirma la regla. Así que, el hecho de que en pleno año 2013 de nuestra era de pronto se quiera considerar que existen otra clase de familias, organizadas por individuos del mismo sexo que son naturalmente estériles e hijos adoptados o creados artificialmente para la ocasión, es algo que me resulta profundamente antinatural y forzado.

Cualquier especie animal sabe distinguir a su pareja y a sus crías entre miles de ejemplares. Es algo inscrito en nuestros genes. La necesidad de buscar familias para los huérfanos no justifica inventar nuevos matrimonios, porque por desgracia existen muchos que no pueden tener hijos por razones médicas y hay candidatos de sobra. Sin embargo, un niño necesita tener un padre y una madre para crecer mentalmente saludable. Cualquiera que haya vivido sabe que los hombres y las mujeres no somos iguales o intercambiables en nuestra forma de ser. Las hormonas sexuales producen diferencias incluso en el cerebro. Uno es como es, no como se siente. Y los niños no deben ser nunca conejillos de indias para experimentos sociológicos. La adopción es un derecho del niño, no de los padres. No existe el derecho a tener hijos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

La generación perdida de los ninis

Puedo hablar de este tema por desgracia como experta y no como espectadora. Me molesta mucho cuando algunos políticos y similares dicen que la crisis tiene la culpa de que los chicos no estudien ni trabajen. No es cierto. Si un chico quiere trabajar encuentra trabajo aunque sea de reponedor. No hay más que ver que los iberoamericanos entre nosotros siguen trabajando en su mayoría. Pero, claro, si no busca trabajo, es difícil que vengan a traérselo a la cama. Y si un chico no estudia no es por el sistema educativo. Con éste y con otros mejores y peores han seguido saliendo médicos, abogados e ingenieros. Lo que ocurre es que el que no quiere estudiar utiliza cualquier excusa.

Cuando alguien no tiene la voluntad de moverse da igual que se le den todas las facilidades del mundo. La sociedad en la que vivimos favorece el hedonismo. ¿Quién quiere estudiar o trabajar cuando puede pasarse con el ordenador, la consola y el móvil, entretenido doce horas al día?. Incluso los niños pequeños ya han entrado en esta dinámica de pasarse las horas con aparatitos electrónicos en las manos. Alguien que se aburre busca algo que hacer, pero es que los jóvenes españoles no se aburren nunca. Por otra parte, mientras tengan casa y comida asegurada tampoco necesitan más. No es culpa de la economía o del sistema. Vivimos en una sociedad enferma.

sábado, 14 de septiembre de 2013

El catalanismo de Artur Mas

Hace unos treinta años, cuando se cedió la educación a las comunidades autónomas, se sembró la semilla que habría de germinar en el sentimiento independentista de parte de la población de Cataluña. Digamos que es difícil sentirse español cuando te están enseñando en el colegio los múltiples agravios de la "metrópoli" y una historia distorsionada por no decir rotundamente falsa. No hay nada más manipulable que un niño y eso lo sabían bien los responsables de los libros de texto en los cuales los catalanes han estado estudiando durante una generación. Lo que no tiene sentido es que se haya permitido esta situación.

Y ahora que tal vez un veinte o treinta por ciento de los catalanes se consideran independentistas y más de un cincuenta por ciento son nacionalistas, más o menos moderados, ¿cómo se encara el problema?. Es tarde ya para mandarlos al colegio, para deshacer el condicionamiento cultural que les han metido en la cabeza. Tal vez sólo sirva mostrar la legalidad vigente. Según la Constitución, para desgajar Cataluña de España haría falta un referendum, pero no de los catalanes, sino de todos los españoles. La consulta en Cataluña por tanto sería ilegal y no vinculante y no hay mucho más que decir. El problema es hacer que lo comprendan y lo asuman.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Los de siempre

Estoy leyendo una novela de Carmen Posadas que se llama La cinta roja. Trata sobre la vida de una mujer en plena revolución francesa. Me gusta mucho y la recomiendo. Pero no es de la novela de lo que quiero hablar sino de la Revolución francesa. Al leer sobre ella en los libros de texto se presenta como un triunfo de la libertad frente a la monarquía absolutista y se menciona brevemente el Terror, pero no se suele decir que al menos un millón de franceses perdieron la vida en aquella orgía de sangre en la que se acabó convirtiendo el bello sueño de la libertad, igualdad y fraternidad. Creo que es importante no olvidarlo nunca.

Lo mismo ha sucedido con todas las revoluciones que han venido después a su estela. La revolución francesa inspiró al marxismo y le dió alas. Sus muertos se cuentan en millones. Una figura célebre a menudo elogiada como es el Ché Guevara se dice que mató personalmente a más de mil personas. Detrás de bonitos gestos y palabras a menudo se ocultan crímenes horrendos, que no se justifican más porque hayan tenido en principio una buena finalidad. Por eso, me horroriza cuando oigo decir en España últimamente cada vez más que la culpa es siempre de los mismos, que hay quien se beneficia de la crisis y que son "los de siempre".

Así empezaron todas las revoluciones, buscando culpables. Y no dudo de que haya personas que sacan ventaja de las miserias ajenas, pero no se puede señalar a un colectivo por la actitud de unos pocos. Los culpables, ya se sabe, siempre son los ricos, los políticos y la Iglesia, no siempre por ese orden. Los ricos, en buena parte por envidia, los políticos porque dan la cara, y la Iglesia porque no se defiende y así es un blanco fácil. He leído hace poco en internet verdaderas barbaridades a costa de estos grupos y lo que pensaban hacer con ellos. No dejemos que el fanatismo de las masas vuelva a ensuciar esta página de la historia.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Prioridades

Cuando alguien se hace adulto se abren una serie de posibilidades a su alcance y es necesario elegir. Hay quien intenta hacerlo todo y estar en todas partes pero eso sólo garantiza el stress. Se dice que hay personas que han conseguido triunfar en su profesión y con su familia. A mí me parece muy discutible. Por ejemplo, está el caso de Julio Iglesias, que se ha hecho rico con su música, pero está divorciado y me pregunto si ha visto crecer a sus muchos hijos. Eso del tiempo de calidad no me lo he creído nunca. El tiempo es tiempo y los hijos necesitan que estés con ellos aunque no hagan nada especial en ese momento, y eso me temo que es incompatible con un trabajo de éxito.

Lo malo es que nos hemos vuelto muy ambiciosos y existe una competividad tremenda en nuestra sociedad. Cuando conduces un coche de más de diez años te da la impresión de que la gente te mira mal, y no sé si es subjetivo o no, o realmente te miran mal. Cuando llevas un móvil viejo, como yo, te da cierta vergüenza usarlo. Aunque lo cierto es que yo no deseo ni necesito para nada un miniordenador de bolsillo. Cuando no te vas de puente la gente te mira asombrada y no lo entienden, a no ser que lleves años en el paro. Y es difícil vivir esta vida a contracorriente sin sentirte tú mismo un poco bicho raro. Elegir prioridades marca toda tu existencia.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Obras en la carretera

Nunca entenderé por qué todos los gobiernos aprovechan el mes de agosto para asfaltar las autovías nacionales y hacer obras. Digamos que yo tengo una carretera por donde circulan unos doscientos coches en un mes corriente y doscientos coches al día en agosto. Pues, en lugar de aprovechar cuando no pasa nadie, hacen las obras en plenas vacaciones, creando ocasiones de peligro y atascos en la circulación. Lo cual me hace pensar si es que pretenden hacer nuestro viaje más ameno o es para que no corra la gente y no se distraiga.

Si no, no se explica encontrar cinco desviaciones en cincuenta kilómetros de carretera. Además, da pena ver a los operarios a pleno sol a mediodía, que si no les pasa nada será porque están acostumbrados... Pero, desde luego, el que tiene esta idea todos los años debe ser un amante de las emociones fuertes. Le propongo que haga puenting y nos deje a los demás tranquilos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Siete años

Hace un año que tengo una tendinitis en el brazo que no se me cura del todo. Hace un año y medio que murió mi cuñado. Hace dos años que empecé mi tratamiento antidepresivo, aunque ahora me he pasado a pastillas naturales. Hace tres años que tuve mi primera depresión. Hace tres años y medio que mi padre empezó la diálisis. Hace cuatro años que me hijo decidió dejar de estudiar y de estar en familia. Hace cinco años que estuve en el hospital con vértigo. Hace seis años que me ingresaron por gastritis. Hace siete años que murió mi otro cuñado. Hace siete años y medio que empecé el blog, y todavía hay quien me dice que soy muy negativa... Realmente, podría haber sido peor, pero han sido muchas preocupaciones seguidas.

Hay algo que me molesta mucho y es que recuerdo bastante de mi infancia y de los últimos años, pero no sé por qué me cuesta mucho acordarme del periodo que va desde los treinta a los cuarenta. Es precisamente cuando mis hijos eran pequeños y lo he disfrutado mucho. Tal vez precisamente por eso no lo recuerdo con nitidez. Cuando veo las fotos me parece otra persona la que aparece.  También en mis sueños aparecen mucho mis hermanos a los que apenas veo y poco mis niños. A veces me preocupa pensar si puede ser un principio de Alzeimer o algo parecido. Mi madre tiene Parkinson. Me gustaría recordar lo bueno tan bien como lo malo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

La pérdida de valor de los niños en nuestra sociedad

Es bien sabido que en los países orientales, como China, se valora especialmente a los ancianos porque atesoran experiencia y conocimientos. Sin embargo, a los niños no se les aprecia demasiado. A algunos se les da una educación muy estricta, mientras en otros países, como la India, viven en las calles sin que nadie los cuide. En contraste con eso, se supone que la cultura occidental y el cristianismo valora especialmente a los niños y tiende a dejar a los ancianos a un lado, desaprovechando su valía. Así era hasta ahora, al menos. Porque actualmente tampoco los niños tienen ya ningún valor y eso se está reflejando en las páginas de sucesos.

Este verano ha habido muchas noticias de personas que han abandonado o matado a sus bebés, pudiendo haberlos entregado en adopción, que siempre hay lista de espera de padres. Sin embargo, han preferido arrojarlos en una alcantarilla y otros métodos similares. También se sabe que personas con problemas en su pareja han utilizado a sus hijos como medio para castigar al otro. Es el caso de Bretón y de otra mujer hace poco que intentó tirar a su hijo por la ventana. Los niños se han convertido en moneda de cambio en una sociedad que empieza a considerarlos un estorbo para la calidad de vida de sus padres. Es una consecuencia más de la legalización del aborto. Los hijos ya no son lo más valioso para nosotros.

 Ya le han dado el alta a mi padre pero está tan flojo que me temo que lo vuelvan a ingresar pronto. Gracias por vuestros ánimos. Besos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

La vida sigue

Toca hacer balance. Me he pasado todo el verano publicando artículos relativos a refranes o frases hechas populares, dando una interpretación personal de lo que me inspiraban en ese momento. Esto creo que no ha sido bien entendido, ya que mucha gente me decía que el refrán no se refería a eso. Ya lo sé, pero no era más que una excusa para extenderme sobre otros temas. Bueno, creo que unos han tenido más aceptación que otros pero se trataba simplemente de tener algo que argumentar. La verdad es que me quedan otras veinte frases que comentar pero ahora no me apetece y las dejaré para más adelante. Ahora prefiero seguir la inspiración del momento.

Mi verano ha sido tranquilo pero sigo teniendo los mismos problemas de siempre y alguno más. Mi salud (ya sé que os aburre el tema) es bastante precaria. El día en que no me duele la cabeza, es la tripa, o la espalda o el brazo o las manos... Total, que esto no ayuda a que me sienta bien anímicamente. A veces pienso que es imposible que las cosas mejoren, que todo tiende a ir a peor de forma natural. Todos mis esfuerzos en el sentido de cambiar el rumbo de las cosas son inútiles. Me siento como nave luchando contra los elementos. Intentar no pensar en ello tampoco me funciona cuando ya llevo tanto tiempo así, pero es la única salida que encuentro.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Bilingüísmo inglés forzoso

El otro día vi a una pareja con dos niños pequeños, de cuatro y dos años, aproximadamente, hablando con ellos en inglés. No sería extraño si no fuera porque los padres eran españoles y su nivel de inglés no era muy alto. De hecho, el acento del padre era nulo. Me dió lástima de esos niños obligados a ser bilingües por unos padres demasiado ambiciosos. Una cosa es que un hijo aprenda dos lenguas maternas de sus padres de forma natural y otra que estén forzando la situación. En todo caso, se trata de un esfuerzo extra que supone que esos niños tarden más en aprender a hablar, pero en este caso además ni siquiera estaban aprendiendo un inglés correcto. Incluso una persona que se considere a si misma bilingüe, no llega nunca a alcanzar el nivel de naturalidad de un nativo y puede que, enseñando así a sus hijos, les estén haciendo un flaco favor, ya que tendrán que reaprender el idioma.

Al día siguiente, otra escena, vi a un niño pequeño de unos tres años de paseo con sus abuelos ya mayores. La abuela le estaba reprendiendo porque no pronunciaba bien la erre de "barrio". No te entiendo porque hablas muy mal, le decía. Es un buen método se lo que se quiere es que el niño no hable más. El aprendizaje del lenguaje es una etapa apasionante en la vida de los hijos, donde se les puede animar y estimular, pero dentro de un orden. Aprender a hablar nunca debe ser algo forzado, sino algo natural. Por eso lo ideal es que aprendan a su ritmo la lengua materna de sus padres. Esos experimentos modernos me parecen una equivocación, pero también hay que tener cuidado de a quién se encarga el cuidado de los hijos y si están preparados para una labor tan importante.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Cáncer y vida sexual

Hace tiempo que se conoce la relación entre hormonas femeninas y cáncer de pecho. Parece ser que tener vida sexual pero no tener hijos y no amamantar es uno de los factores de riesgo. También existen virus que se relacionan con el cáncer de útero, el de próstata y el de garganta. Ahora acaban de descubrir que algunos cánceres de colon los podría provocar un virus bucal. No me preguntéis cómo llega el virus hasta allí. Igual que llega el papiloma humano a los órganos genitales cuando su lugar de residencia habitual es la boca. Lo que demuestra que algunas prácticas sexuales son realmente actividades de riesgo.

Todo ello debería hacernos pensar que la promiscuidad no es algo inofensivo. Resulta mucho más difícil contagiarse teniendo pareja estable, por razones evidentes. Pero siempre habrá quien diga que se puede hacer sexo oral con preservativo. Por eso, aprovecho para afirmar una vez más que el preservativo no protege al cien por cien de los virus, ya que éstos atraviesan el látex por los poros. Así que, una vez más, la ciencia da la razón a la moral universal. Aquellas actividades que siempre se han considerado especiales sólo se pueden practicar con una pareja estable y aún así podrían no ser totalmente inocuas si la pareja se ha contagiado de un virus previamente.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Acostumbrarse a lo bueno

Estaba yo pensando en lo rápido que se hace uno a que todo vaya bien y lo que cuesta cambiar esa rutina. Por ejemplo, yo nunca he tenido colesterol, así que no era algo en lo que pensara habitualmente. En el último análisis me lo encontraron (un poco) y ahora el colesterol es una preocupación más. Sin embargo, ahora mi hija ha aprobado el carnet de conducir y el examen se ha convertido en una preocupación menos. Deberíamos tener presente todo lo que nos ocurre, pero la verdad es que sólo nos acordamos de lo que nos preocupa y descartamos aquello que no hace falta solucionar, y es una lástima.

Cuando arreglamos algo la verdad es que el alivio dura muy poco, porque enseguida te acostumbras a la nueva situación. Es como quien no tiene problemas económicos. No se pasan el día pensando: qué bien estoy. No necesito dinero. Simplemente no se lo plantean, no piensan en ello. Por eso, la gente que ha superado una enfermedad grave suele decir que, al fin, han aprendido a valorar todo lo bueno que les sucede. Lástima que no sea siempre así. No debería hacer falta una situación límite para que sepamos apreciar todo lo bueno que nos rodea. Pero el ser humano funciona así y me temo que todos tenemos el mismo problema.

martes, 3 de septiembre de 2013

Cristianismo coherente

Cuando una persona asume su condición de cristiano, no debería seguir viviendo como antes. Jesús dijo: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!. es decir, que ser cristiano no garantiza la paz de espíritu sino más bien lo contrario. Los romanos que se convertían dejaban de asistir al circo y sus asientos quedaban vacíos. Igualmente un buen cristiano sabe que hay cosas a las que debe renunciar por coherencia cristiana, como por ejemplo a ir con prostitutas. 

Pero además, no basta con lo que ya no se hace, luego está lo que sí se debe hacer. Un buen cristiano no puede permanecer impasible ante la pobreza, la injusticia y el dolor. El cristianismo te compromete a trabajar por un mundo mejor. Ya no puedes quedarte sentado en tu casa y decir: no he hecho nada malo, ya he cumplido. Ser un buen cristiano implica ser coherente, de manera que al conocerte, todos puedan adivinar tu condición.

Los cristianos. Carta a Diogneto (siglo II)

Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como
ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para
ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos; como todos
engendran hijos, pero no exponen los que les nacen (no los abandonan). Ponen mesa común, pero
no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en
la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes estableci-
das; pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son per-
seguidos. Se les desconoce y se les condena. Se les mata y en ello se les da la
vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y abundan en todo.
Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Se les maldice y
se les declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se les injuria y ellos dan
honra. Hacen bien y se les castiga como malhechores; condenados a muerte, se
alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extranje-
ros; son perseguidos por los griegos y, sin embargo, los mismos que les abo-
rrecen no saben decir el motivo de su odio.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Meterse en camisa de once varas

Eso es lo que hago yo a diario. Soy un ama de casa madre de tres hijos. Tengo cosas que hacer para todo el día, recados que comprar, libros que leer, series que ver e incluso estudio idiomas. Es decir, que podría vivir una vida tranquila y relajada en mi hogar sin preocuparme de problemas ajenos y sin dar consejos que nadie me ha pedido. Pero no puedo. Porque algo dentro de mí me impulsa desde hace siete años a salir al mundo a través de este medio de internet a exponer mis pensamientos sobre política, familia, educación, sociedad y religión; aún a riesgo de que a alguien no le gusten y aproveche para atacarme.

Más de una vez he pensado en dejarlo y permitir que la sociedad se encargue de los individuos y que cada cual alcance las consecuencias de sus propios actos. Pero no me parece bien, cuando yo pienso que tengo información que puede ser útil a otros o que tengo la obligación de intentar terminar con situaciones atroces como el aborto. Ya no me siento capaz de dejar el ordenador apagado y dedicarme a disfrutar de la vida sin más. Ya no me parece suficiente aconsejar a mis hijos o compartir puntos de vista con personas cercanas. Necesito abrirme al mundo cada día aunque eso suponga que me haga mucho más vulnerable.

Mi padre está otra vez en el hospital. Esto ya se ha convertido en parte de mi rutina...