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Nubes sobre el Mar

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Cuadro pintado por mi hija pequeña
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miércoles, 26 de agosto de 2015

Vivir para ver

Mis hijos piensan que no sé nada porque no tengo título universitario ni mucha vida social. No saben que lo realmente importante se aprende en casa, con el trato con tus seres queridos y manteniéndose informado de la actualidad. No hace falta atravesar el mundo, estudiar dos carreras o tener la agenda llena de contactos. Al contrario, yo creo que demasiadas distracciones son contraproducentes. Vivir para ver, significa que si vives lo suficiente habrás visto ya de todo; y es cierto. Tal vez no tengas experiencia directa pero sí diferida, por familiares, amigos y conocidos, ya entiendes un poco de todos los temas de la vida, y de algunos mucho.

Y sobre todo pensando. Sí eso que cada vez hacemos menos, porque la televisión nos da las noticias ya digeridas y con opiniones incluidas. Es necesario aburrirse y tener tiempo para reflexionar, para conocerse a uno mismo y a partir de ahí empezar a comprender a los demás. Eso es lo que más les falla a nuestros jóvenes, que están demasiado entretenidos y no les queda tiempo para meditar. Vivir para ver también significa que nunca te hubieras imaginado lo que finalmente ha ocurrido. Yo desde luego, no me hubiera esperado es ascenso de la extrema izquierda en España. Pero si vivimos lo suficiente puede que también veamos su caída.

lunes, 10 de agosto de 2015

Tener pocas luces

Significa saber poco, ser tonto. Es curioso porque cuando se dice está expresión uno piensa en el tonto del pueblo que no ha salido nunca de allí. Sin embargo, yo estoy convencida de que la gente del medio agrario tienen una sabiduría que no necesita de libros ni títulos universitarios, la que da la propia vida. Y muchos de los que presumen de su cultura y conocimientos, en el fondo son unos garrulos que no saben nada de lo que de verdad importa. Porque cuando tienes la vida solucionada y tu fuente de información es internet y los amigos es difícil que llegues a aprender algo realmente valioso. Las cosas que cuentan se aprenden por experiencia.

Yo no digo que no tenga mérito estudiar, hacer una carrera y leer muchos libros. Por supuesto, el saber nunca está de más. Sin embargo a conocer a las personas, descifrar sus sentimientos y sacar conclusiones sobre los hechos no te puede enseñar ningún tratado. Es algo que algunos tienen innato y otros sólo lo van aprendiendo a fuerza de equivocaciones y rectificaciones. Por eso, al llegar a la vejez es raro encontrar un anciano que no tenga algo que enseñarnos. A no ser que padezca demencia senil, sus palabras siempre encierran una sabiduría que sólo se aprende con el tiempo. La lástima es que a menudo no sabemos aprovecharla.

jueves, 4 de junio de 2015

No caer en la trampa

Todos los psicólogos dicen que hay que alejarse de las personas negativas, de aquellos que sólo ven blanco o negro alrededor. Sin embargo yo soy un poco boba y siempre me meto en problemas intentando convencer a los demás de otro punto de vista. Como cuando una madre primeriza se cree que es la primera mujer que ha dado a luz y tiene la fórmula secreta para la crianza que a todas las demás se nos ha escapado. Y yo, que tengo un hijo de veintitrés años, trato de explicar que hay tantos métodos como padres y como hijos y cada cual hace lo que puede, pero la experiencia sigue siendo un grado. No hay nada nuevo que no esté inventado. (no me refiero a ti, Silvia).

Y sigo cayendo en la trampa de meterme en debates sobre aquello que conozco, que es la escuela de la vida. Naturalmente no hablo de fútbol ni de matemáticas. Hablo de lo que he vivido. Pero hay gente que piensa que si no tienes al menos un graduado o un máster no eres nadie y no tienes derecho a opinar. Como si no fuera evidente que hay más sabiduría entre muchos analfabetos que en las mejores escuelas. Así que si a veces me arrepiento de no haber ido a la universidad no es por no tener un título, sino porque veo que hay gente sin talento que, sólo por el hecho de tener un diploma, consiguen beneficios que no se merecen ni se han ganado.

sábado, 25 de abril de 2015

Perder el norte

Se refiere a no saber lo que se hace. El otro día leí una noticia sobre una señora que lleva años sin reírse para que no le salgan arrugas en la cara. No sé si será verdad pero desde luego debe tener problemas psicológicos graves. Para eso mejor sería que se suicide y pida que la congelen. Es la mejor manera de asegurarse de no tener nunca arrugas, no vivir. Porque las arrugas son testigos de la vida. El otro día hablaba con una amiga de que mucha gente parece haber perdido el norte en esta época que nos ha tocado vivir. Desde los que están obsesionados con su físico a los que realmente no saben qué hacer con su vida.

A veces la mejor solución puede ser precisamente poner tierra por medio. Marcharse a otro país para aclararse las ideas. Estos días están poniendo una película española sobre los jóvenes que tienen que emigrar y hay quien lo plantea como una tragedia. Yo creo que es una experiencia positiva, especialmente para aquellos que no tienen profesión porque no han querido estudiar y necesitan ponerse en contacto con la realidad de las cosas. Que nadie da nada a cambio de nada. A veces es necesario abandonar el nido y verse en necesidad para recuperar el norte y comprender lo que es realmente importante en la vida y lo que es accesorio.

jueves, 19 de febrero de 2015

Liarse la manta a la cabeza

Significa embarcarse en un proyecto arriesgado. Es decir, taparse ojos y oídos para emprender una acción. Se habla mucho estos días de los jóvenes españoles que se lían la manta a la cabeza y se marchan a trabajar al extranjero en cualquier cosa que les salga, aunque sean licenciados. Por una parte es una lástima que no puedan empezar su carrera laboral en España, pero por otra parte, creo que es una experiencia muy enriquecedora. Especialmente cuando van a trabajar en algo distinto a lo que han elegido. De este modo, salen de su  zona de confort y aprenden a valorar lo que tienen y a ser independientes, cosa que en otros lugares es muy habitual.

Los jóvenes españoles están sobreprotegidos por sus familias. Está bien que exista una unión familiar pero no hasta el punto de impedir que los hijos maduren. En Europa lo normal es que los chicos abandonen su casa a los dieciocho años y se hagan independientes, incluso aunque sigan estudiando. Para eso cuentan con ayudas o trabajos a tiempo parcial. También en los EE.UU. Sin embargo, en nuestro país algunos jóvenes se quedan en casa de sus padres hasta que dejan de ser jóvenes. Lo ideal sería que pudieran hacerlo sin abandonar nuestro país, pero tampoco creo que haya que tenerles lástima por salir a ver mundo y aprender a ganarse la vida.

lunes, 21 de julio de 2014

El gato escaldado, del agua fría huye.

Muchas veces me han dicho en este blog que soy demasiado negativa, pero lo que estoy es escaldada. Hay cosas que no cuento nunca en blog porque no es cuestión de dar mala fama a mi familia y como bien se dice: los trapos sucios se lavan en casa. Pero ya os podéis imaginar que no todo es un jardín de rosas y, leyendo entre líneas, algo se sabe. Por ejemplo, que no es normal que mi hijo no apruebe, que mi hija mayor tiene mucho carácter y la pequeña se parece demasiado a mí. No quiero dar más pistas, pero os aseguro que escribir este blog me relaja, a pesar de que los temas que toco no son precisamente para hacer amigos, y tengo otros dos blogs todavía más comprometidos.

Escribo un libro llamado Los enemigos del matrimonio, porque los conozco. Y tengo dos hermanos en paro desde hace más de dos años. Además mis embarazos fueron un desastre y mis hijos tuvieron todos los problemas que se pueden tener en la infancia, desde enfermedades a acoso escolar. Es decir que me temo que de casi todos los temas tengo experiencia directa. Por eso ahora huyo del agua fría. Porque me recuerda que todos los problemas empiezan con poco, como los catarros, y se pueden complicar y acabar en neumonía, como las cinco que pasó mi hijo mayor. Tal vez me paso de inquisitiva y desconfiada, pero tengo mis razones.

martes, 20 de mayo de 2014

Blanco y en botella, leche

El otro día cuando decía que tengo una intuición especial para las personas y las situaciones, alguien me respondía que eso es puro sentido común. Y tiene razón, yo creo que se trata sencillamente de pura lógica, pero es curioso como la gente no suele emplear algo tan evidente. Por eso este refrán da en la clave del asunto, que cuando algo parece leche, lo normal es que sea leche y no otra cosa. Cuando uno es joven es fácil que te dén "gato por liebre" porque no tienes experiencia de la vida, pero cuando ya andas por la cuarentena hay pocas situaciones que no hayas vivido y todo te suena de alguna manera, aunque no recuerdes cómo ni cuándo.

Así que cuando ves las causas, ya te imaginas las consecuencias. O así debería ser al menos. Lo que a mí me extraña es encontrar tanta gente mayor que parece haber pasado la vida en una cueva porque no han aprendido nada; que se siguen dejando engañar por ideologías ya desfasadas o que se apasionan por programas de televisión absurdos como de los que hablaba ayer. Y me pregunto qué ha pasado para que esas personas no hayan tenido ocasión de madurar psicológicamente. Pero bueno, supongo que también serán buena gente y no debería juzgarlos, aunque vean la misma botella que yo y no sepan lo que contiene.

jueves, 8 de mayo de 2014

Cada uno cuenta de la feria según como le va en ella.

Otro refrán asturiano. Es curioso cómo estando en el mismo lugar y al mismo tiempo existen tantas interpretaciones como personas. Yo lo veo cuando mis hijos hablan de cuando eran pequeños y resulta que recuerdan las cosas distintas a como las recuerdo yo. El caso es que los hechos deberían ser siempre los mismos pero no lo son dependiendo de quién lo cuente. Es como: nunca llueve a gusto de todos. Hay veces que te empeñas en complacer a los demás y resulta que no era eso lo que querían porque cada cual tiene sus planes y sus expectativas al respecto. Por eso lo mejor es seguir tu propio instinto y despreocuparte del resto.

Si alguien sigue un camino tortuoso pero al final le van bien las cosas considerará que tomó el camino adecuado; mientras que quien ha seguido las normas pero no ha tenido suerte pensará que ha hecho una tontería. Como quien dice que no vale la pena estudiar una carrera si vas a acabar en el paro. Pero los estudios no sirven sólo para buscar trabajo. También son una satisfacción personal. Y a la larga suele conseguir mejores empleos el que tiene más estudios, incluso si no son de ese campo. De modo que es preferible tomar tus propias decisiones que fiarte de la experiencia de otras personas porque cada cual escribe su propia historia. Cada persona es un mundo.

jueves, 1 de mayo de 2014

Más vale prevenir que curar

Ojalá fuera tan fácil prevenir los problemas y no tener que curarlos. Pero es que a veces, incluso aunque los veas venir, no puedes hacer nada por evitarlos. Porque existe el libre albedrío y afortunadamente tenemos libertad de elección en esta sociedad para tomar nuestras propias decisiones. Pero alguna vez, una amiga mía y yo, hemos bromeado sobre que sería mejor volver a los tiempos en que los padres elegían los maridos y mujeres de los hijos. Puede que no fuera muy justo pero probablemente acertaban mucho, porque nadie mejor que un padre conoce a sus hijos y lo que realmente necesitan. :)

De hecho, los matrimonios concertados suelen ser todo un éxito. Volviendo a prevenir, son muchas las preocupaciones que te acechan en la vida, tantas que realmente creo que es mejor no pensar en ello si no quieres acabar medio loco. Yo solía defender que con una buena educación tenías todo medio ganado, pero la verdad es que ya no estoy tan segura. La experiencia me dice que muchas veces se consiguen buenos resultados en un terreno yermo, mientras que con todos los cuidados del mundo no se llega a ninguna parte. Prevenir es necesario, sí, pero no sé si efectivo. Al final la vida pone sus normas.

lunes, 20 de enero de 2014

Nadie escarmienta en cabeza ajena.

Cuando tienes hijos te hartas de dar consejos y, cuando crees que les has convencido y te van a hacer caso, resulta que hacen todo lo contrario. Da igual que tengas mil argumentos, mil anécdotas para ilustrar tu opinión, acabarán haciendo lo que les parezca. Es lo malo que tiene la falta de memoria en la infancia, que la mayoría de lo que crees que les has enseñado se les olvida al llegar a la adolescencia. Así que acaban cayendo en todos los errores sobre los que ya les habías advertido. Supongo que a nosotros también nos pasó lo mismo en su momento. La experiencia de otros no sirve para evitar los problemas futuros.

Realmente es una pena que se desperdicie de esa manera el capital de conocimientos de los mayores, pero es algo que ha ocurrido siempre y siempre ocurrirá. A veces pienso en un mundo ideal donde los hijos hicieran caso de sus padres y no tuvieran que pasar por tantas situaciones comprometidas. Pero luego me doy cuenta de que tal vez no aprenderían nada tampoco, porque se aprende mucho de la experiencia propia, más que de los libros o lo que te cuenten. Supongo que es necesario que cada generación vuelva a cometer sus propios errores, pero resulta bastante desesperante cuando los perjudicados son tus propios hijos.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Todavía soy demasiado normal

Eso es lo que me dijo la psicóloga al final de los dos años que estuve en tratamiento. Hay muchas cosas que no cuento en el blog, situaciones que he vivido en persona y que son muy fuertes incluso para mí para contarlas, mucho más para compartirlas. Empezando por las historias de mis hermanos en plenos años ochenta y siguiendo con las de mis hijos. Episodios por ejemplo de acoso escolar, de drogadicción, de agresiones. No lo voy a contar nunca. Sólo mi marido conoce esas anécdotas. Ni siquiera mis padres llegaron a saber casi nada. Algún día me las llevaré a la tumba, pero mientras me pesan en el alma.

Por eso, cuando alguna vez me tachan de santurrona, me dicen que no sé nada de la vida, siempre pienso: si tú supieras... Como dice Mariñas, valgo mucho más por lo que callo que por lo que cuento. Cuando digo que tengo experiencia por desgracia en casi todo, es porque la tengo realmente, si no por mí por personas cercanas. Y me temo que todavía no he terminado, que me quedan muchas experiencias por vivir porque parece que a esta familia le ha tocado un poco de todo. Me consuelo pensando que eso me ayuda a tener opiniones contrastadas y conocer mejor la vida, pero me temo que es un consuelo muy pobre. 


viernes, 9 de agosto de 2013

Sabe más el diablo por viejo que por diablo

Esto es lo que les suelo decir a mis hijos y es una verdad como un templo. Con el paso de las décadas, quieras que no vas teniendo experiencia de todos los temas. En mi caso, desde luego, mucha más experiencia de la que desearía. De modo que una persona joven puede estar muy bien preparada académicamente pero le falta la práctica diaria. Sin embargo una persona cuarentona ya casi cincuentona, como yo tiene un máster en vida a poco que haya vivido. Especialmente cuando se viene de dos familias numerosas como son la mía y la de mi marido. Lo que no hemos experimentado nosotros lo hemos escarmentado en cabeza ajena.

Eso no quiere decir tampoco que no sepas nada por experiencia propia, que también, porque incluso la persona que parece más formal y tradicional puede tener unos cuantos fantasmas en el armario. Lo malo es que muchos se guían por las apariencias. Me han dicho más de una vez que yo qué voy a saber de relaciones, por ejemplo, si sólo he tenido un novio que es mi marido. Creo que se aprende mucho más sobre convivencia con la misma persona veinticinco años que cambiando de pareja a cada momento. Por lo menos, se aprende lo que vale la pena, ya que hay cosas desde luego que es mejor no llegar a saber nunca.

lunes, 15 de julio de 2013

Agua pasada no mueve molino

Me encanta la sabiduría popular. En esta frase se nos invita a dejar el pasado atrás. Es importante saber seguir adelante sin que las experiencias anteriores marquen nuestro camino. Sin embargo, es más fácil de decir que de hacer. Antes me parecía absurdo que en países como Argentina todo el mundo se psicoanalice. Ahora lo encuentro bastante aconsejable. Vamos por la vida cargando con recuerdos que, sin darnos cuenta, influyen decisivamente en nuestras decisiones. También en nuestra actitud con la pareja y los hijos. Por eso, es necesario hacer introspección, para desechar aquellos comportamientos que no nos aportan nada bueno.

Sin embargo, tampoco podemos caminar sin contar con una base de conocimientos y experiencias anteriores que nos ayuden a no repetir los mismos errores. Así que es necesario encontrar un término medio entre quedarse anclado en el pasado y no poder avanzar, o convertirse en alguien sin orígenes, fácil de manipular por cualquiera. Tal vez se trata de quedarnos sólo con aquellas experiencias que nos enseñan algo, pero me temo que como el cerebro no es programable a menudo atesoramos precisamente aquello que deberíamos olvidar y olvidamos lo realmente importante. Por eso, es necesario meditar mucho y un blog es una buena manera de hacerlo.


martes, 9 de julio de 2013

Ni tanto ni tan calvo

También podría decir: en el término medio está la virtud. Aunque alguno pensaría que la virtud está en el extremo, en ser absolutamente bueno, honrado y cabal. Sin embargo, yo creo que, para conocer lo correcto es necesario haber experimentado un poco de todo. En mi caso, haber tenido simpatías con otras ideologías, dudas de fe y comportamientos poco recomendables. Cuando alguien presume de ser absolutamente virtuoso, yo desconfío. Pienso que son personas que ocultan algo realmente malo. Yo huyo de los extremos. Por eso, ni tanto ni tan calvo me parece un buen consejo a seguir. No pasarse nunca en nada, ni siquiera en virtud aparente.

Es bueno probar algunas cosas para saber exactamente lo que no quieres. Sin embargo, hay otras experiencias que es mejor no probar en absoluto. Como decía una lectura de misa el otro día, el cuerpo es enemigo del espíritu. Es decir, que cuando una persona centra su vida en el placer, en el consumo y todo lo material en general; es fácil que acabe descuidando el aspecto espiritual, las relaciones humanas y los valores esenciales de la vida. Por eso, pienso que el bueno huir de los extremos, tanto de lo que parece demasiado bueno como de lo que puede ser demasiado malo. Un buen consejo es moderarse siempre.

martes, 7 de mayo de 2013

Echando la vista atrás

Qué fácil es juzgar a posteriori y qué difícil es tomar las decisiones correctas sobre la marcha. Cuando iba a la psicóloga me dijo que, teniendo en cuenta lo que contaba, lo raro era que hubiera salido tan normal. Y no es que mi historia sea mucho más truculenta que la de cualquier otro. Es que hay situaciones que en la niñez y la adolescencia se convierten en verdaderos dramas. Y también hay actitudes que te hacen sufrir más que una enfermedad aunque el otro a menudo ni siquiera sea consciente del problema. De manera que un día te levantas de la cama y te das cuenta de que eres un amasijo de traumas sin resolver.

Pero lo peor del caso es que da igual la experiencia que creas tener, porque acabarás cometiendo grandes errores con tus hijos y tus seres queridos. Por más buena voluntad que quieras echarle, o precisamente por eso; porque a veces se peca por acción y otras por omisión. Y luego no se sabe si es mejor darle importancia a las cosas o no dársela. Así que no sirve de nada intentar buscar culpables ni para el pasado ni para el futuro. Todos somos víctimas y verdugos en este juego de la vida. Especialmente cuando se es demasiado sensible pero, como ocurre con todo, tal vez sea mejor serlo demasiado que no serlo.

domingo, 5 de mayo de 2013

Madre

Hoy día de la madre, aparte de felicitar a todas, quisiera dejar claro el concepto de maternidad. Madre es cualquier mujer desde el momento en que concibe un hijo para siempre. También por supuesto la que decide adoptar un hijo ajeno como si fuera propio. La labor de madre empieza en el útero compartiendo tus nutrientes con tu hijo y no acaba nunca. No se trata de pasar unos años jugando a los bebés y luego dejarlo en el colegio y que ya ellos se ocupen. Tampoco se trata de jugar un poco con él, llevarlo al parque de atracciones y luego pretender que ya es mayor y que tome sus propias decisiones solo. Y lo digo porque lo veo a diario.

Un adolescente, por más que fastidie, sigue siendo tu hijo y por más que te cueste, tienes que seguir intentando guiarle, decirle lo que debe hacer e intentar que no meta mucho la pata. Un joven de dieciocho años sigue siendo un niño aunque su cuerpo diga lo contrario, porque le falta algo muy importante todavía: la experiencia de la vida, que sólo puede aportarle alguien que se interesa por él y le quiere. Más adelante, si todo va bien, necesitarán tu ayuda para aprender a ser padres y educar a sus hijos. Ser madre, o padre, no es un hobby, un trabajo temporal o una experiencia para probar. Es una responsabilidad que abarca toda la vida.

miércoles, 6 de marzo de 2013

La jerarquía de la Iglesia

No pensaba escribir sobre esto hoy. La verdad es que estoy saliendo de un gripe y no tengo ganas de líos. Pero a veces uno tiene que hacer lo que tiene que hacer y hoy es uno de esos días. Cuando se habla de la Iglesia, se tiende a señalar por una parte a los sacerdotes "rasos" digamos que atienden a la población y por otra a la jerarquía, esos señores mayores que viven en el Vaticano. Pero lo que no entienden algunos es que son las mismas personas. Todo cardenal de la Iglesia católica empezó siendo un sacerdote joven en una parroquia pequeña de algún pueblo, donde atendía a los enfermos y a los necesitados como uno más.

Con el tiempo y por sus méritos, algunos de ellos son ascendidos a la posición de obispo, que viene a ser un directivo que organiza las parroquias de su zona. Y unos pocos, ya cerca de la vejez, consiguen ascender a la categoría de cardenal, que ya es un alto cargo de la Iglesia y pasa mucho tiempo en el Vaticano, donde se dedica principalmente a hacer papeleo burocrático. Vienen a ser los ministros del estado Vaticano, donde el Papa es el Jefe del Estado. Lo que no se puede pretender por su edad ni por su condición es que hagan el mismo trabajo de campo que los curas. Sería como pedirle al jefe de cirugía del hospital que ponga vacunas. Para eso están los practicantes.

Por tanto, cuando se dice que la Iglesia tiene mala imagen a causa de los cardenales, que son señores viejecitos y poco simpáticos, que hablan un lenguaje encriptado fruto de cincuenta años al servicio del cristianismo; yo me pregunto si deberíamos poner jovenzuelos sin experiencia a hacer el trabajo de más responsabilidad y administrar todo el dinero que los fieles confían a la Iglesia para su labor social. En el estado vaticano no hay más gastos que en cualquier otro conglomerado burocrático de cualquier otro país moderno. Porque una cosa es la labor social y otra la administrativa. La riqueza de la Iglesia consiste en obras de arte que no se pueden vender, no en lujos de ninguna clase.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Mi Iglesia

Cuando yo era pequeña era una niña muy inocente y sensible. Por eso vivía todo con gran intensidad, lo bueno y lo malo. Así que con los años me fui endureciendo, recubriendo de una coraza para evitar que me hicieran daño. Ahora soy una mujer dulce con mi familia pero un poco seca con el resto. La experiencia de recibir insultos y amenazas por internet no ha ayudado a suavizar mi carácter. Reconozco que estoy bastante a la defensiva. Queda poco de la inocencia de aquella criatura después de haber pasado por tantas situaciones desagradables a lo largo de casi cuarenta y siete años. Me he vuelto dura por fuera, aunque por dentro siga siendo de algodón.

Pero en la Iglesia puedo deshacerme de esa coraza sin miedo. Sólo allí siento que el amor todo lo puede, que es posible un futuro mejor y que todos los hombres somos hermanos. La Iglesia es mucho más que un lugar o una serie de rituales; es una comunidad de vida. Ser cristiano tiene que notarse en tu forma de vivir y dar testimonio de la palabra de Dios. Todavía estoy lejos de ese ideal cristiano que tendría que garantizarme la alegría en cualquier circunstancia de la vida. Pero cuando entro en la Iglesia y escucho la Palabra, siento que vale la pena. Por eso no me importa que noventa y nueve no me comprendan, si puedo comunicarme con una sola persona.

viernes, 4 de mayo de 2012

Tantas cosas

Hay quien piensa que poco puede saber de la vida un ama de casa, madre de tres hijos que se casó con su único novio formal y sólo trabajó durante dos años. Pero tengo una familia muy amplia y multitud de conocidos. He vivido muchas cosas en tercera persona. Estaba haciendo memoria de todas las situaciones de las cuales tengo experiencia más o menos directa y quedan pocas cosas la verdad que no haya experimentado ya. Desde las más normales, como la niñez, la juventud, el matrimonio, los hijos, los padres..., hasta las que nadie supondría que he podido vivir; cosas que sólo le he contado en detalle a mi psicóloga y todavía debe estar asombrada. Creo que a mi vida realmente no le ha faltado de nada.

Enfermedades: hernia, vértigos, inflamación de colon, neumonía, apendicitis, asma, estirpación de tiroides, sustitución de vértebra, corrección de tendones de la rodilla, amigdalitis, insuficiencia hepática, renal, cardiaca, Parkinson, Alzeimer,  enfisema...; operaciones a vida o muerte: coágulo en el cerebro, cáncer, bypass abdominal, estenosis de aorta...; adicciones: alcoholismo, drogadicción, adicción a internet, infidelidad virtual, ludopatía...; otras patologías: obesidad, fracturas, anorexia, bulimia, ansiedad, depresión, ; problemas familiares: minusvalías, divorcios, reconciliaciones, defunciones, abortos fortuitos...; otras circunstancias: intento de suicidio, accidente mortal, agresión, amenazas, robos, cárcel... ; acosos: escolar, laboral, sexual, social...; y otras muchas que ahora no recuerdo.

viernes, 23 de marzo de 2012

La pena

Reconozco que sufro demasiado. No lo puedo evitar, soy así desde niña. Recuerdo cuando mis hermanos empezaron a salir por la noche y yo les echaba de menos y tenía miedo de que les pasara algo. Ahora que son mis hijos los que salen, en cierto modo lo llevo mejor. Comprendo que es ley de vida que tengan que alejarse de casa y buscar sus propios caminos. La experiencia a veces te ayuda a comprender la cosas, aunque te siga dando cierta pena. Y es que hay muchas cosas que son como son y no pueden ser de otra manera. No tiene sentido sufrir por ello pero la pena te acompaña, como un fardo que tienes que cargar aunque no te sirva de nada, pero tampoco quieres tirarlo.

Cuando vas a un funeral de alguien no muy cercano, no sufres tanto por la persona sino por sus parientes y amigos. O a veces sufres por la vida que ha llevado, por la poca suerte que ha tenido o por las decisiones equivocadas que tomó en su momento. No es un dolor profundo, al no haber tenido trato con la persona; es sólo una pena sorda que lo impregna todo. Pena por lo que pudo ser y no fue, por las familias divididas, por el pasado que no regresa, por los recuerdos compartidos que se perderán en el olvido. Esa clase de amor universal que te une a todos los desheredados, a los que mueren de forma prematura, a los que sufren injusticias, es algo que mucha gente no comprende.