De regreso

Yo suelo decir que lo mejor de irse de viaje es volver a casa. Suena contradictorio, pero realmente viene muy bien alejarse unos días para apreciar más lo que tienes. Tu casa es sin duda el sitio donde más cómodo estás, incluso si tienes que limpiar y cocinar. Yo creo que con los años cada vez me estoy volviendo más casera. Ya parezco como mi gato, que lo pasa fatal cuando lo sacamos de casa. De joven no me importaba salir sin destino fijo y sin fecha de regreso. Es lo mejor que tiene la caravana, que puedes ir improvisando sobre la marcha. Ahora en cambio quiero saber dónde voy, cómo y sobre todo cuándo vuelvo.

Me gusta la extraña sensación de haber estado fuera mucho tiempo (aunque sólo fueran seis días) y al volver encontrar que todo sigue más o menos igual. Necesito esa rutina y esa impresión de territorio conocido. A los pocos días se me pasa y puede que esté otra vez deseando salir, pero las primeras horas de volver me producen una sensación muy agradable, de hogar, de pertenencia. Por eso pienso que es muy sano irse algún día fuera, aunque sólo sea por una noche. El cambio de escenario es  estimulante. Además, aunque a mí la verdad es que la playa no me atrae demasiado, pienso que unos días cerca del mar son buenos para mente y cuerpo.