Vistas de página en total

Nubes sobre el Mar

Nubes sobre el Mar
Cuadro pintado por mi hija pequeña
Mostrando entradas con la etiqueta reuniones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reuniones. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de enero de 2015

Eso es otro cantar

Esta expresión sirve para afirmar  una cosa y negar una parte. Por ejemplo: me gustan las verduras, pero la lechuga es otro cantar. Así que no me gusta. Yo soy una persona muy familiar, pero las reuniones multitudinarias; eso es otro cantar. Cuando hay más de diez personas ya no me encuentro a gusto, porque no se tiene una conversación sino muchas, y no acabas de saludar a todo el mundo, y pasas más tiempo poniendo y quitando cosas de la mesa que relacionándote. Creo que dejaron de gustarme cuando tenía diez o doce años; esto es, cuando dejamos de ser ocho en casa para pasar a ser cada vez más gente y de menos confianza, y que apenas nos veíamos en todo el año.

Después el tema creció exponencialmente hasta llegar a ser cerca de treinta personas en un salón, por una familia, y una cantidad parecida por la otra. Los regalos llegaron a ser cerca de cuarenta y eso porque los hacía por parejas. Se acabó el poder estar todos juntos cómodamente alrededor de la mesa o de la televisión. Después murió mi suegro, y hace un año mi padre; pero seguimos reuniéndonos a pesar de que ya tengo un sobrino nieto y varios con novios y novias. De manera que, si Dios no lo remedia, me temo que acabaremos sumando más de cuarenta. Y yo lo único que deseo es pasar estar fiestas tranquila con la familia más cercana. Para los demás, hay otros 363 días.

martes, 16 de diciembre de 2014

Ahuecar el ala

Es una manera un poco chula de decir marcharse. Yo, con los años, me he hecho experta en ahuecar el ala. Será porque no me gustan nada las reuniones multitudinarias. No tengo problema en hablar de tú a tú incluso con desconocidos, pero en cuanto hay más de tres personas me agobio. Creo que es fobia social. Me bloqueo y no sé qué decir; yo que soy una fábrica de ideas. Así que de jovencita no tenía más remedio que asistir a esa clase de celebraciones, pero ahora que puedo elegir, eludo todas las que puedo. No me queda más remedio que seguir asistiendo a Nochebuena y Nochevieja, más que nada por las abuelas, que si no tampoco iría.

Yo soy de los que procuran quedarse en una esquina un poco al margen y, claro, así sucede que la gente suele tomarme por antipática, cuando la realidad es que sigo siendo tímida. Incluso en la clase de inglés procuro hablar lo menos posible a pesar de que no tengo problemas de expresión. Cerca ya de los cincuenta años, me temo que ya no tengo remedio. Si tengo que integrarme lo hago, pero prefiero evitarlo. Simplemente no me atrae, no me compensa. Será porque tampoco me entero muy bien cuando hablan varias personas a la vez, ni tengo voz para hacerme entender entre el ruido de fondo. Afortunadamente tampoco tengo una vida social intensa.