Existen algunas lecturas de la Biblia que son tan conocidas que, incluso los ateos, las citan, a veces sin sentido o proporción. Una de las más famosas es la del hijo pródigo, que también es una de las más difíciles de comprender. Recuerdo que, hasta hace poco, yo me identificaba con el hijo mayor, el que se queda en casa con el padre y se enfada cuando regresa el hermano. Porque su hermano pequeño se había gastado la herencia en juergas. Pero ahora comprendo que "hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por cien justos que no necesitan convertirse". Las reglas de Dios no son las mismas que las nuestras, afortunadamente.
De hecho, si sólo se salvaran aquellos que nunca abandonaron el camino correcto, se iban a salvar muy pocos. Tal vez resulta que para poder valorar lo que el cristianismo nos ofrece es mejor haberse perdido y haber regresado. Me recuerda a la otra parábola, la de los jornaleros que cobraban lo mismo, tanto los que empezaron a trabajar temprano como los que llegaron a última hora. Antes me parecía injusto. Ahora sí comprendo que lo importante es llegar y que tiene mucho mérito arrepentirse y volver a empezar, tal vez más que no haber fallado nunca. Por eso desde este blog siempre invito a la gente a volver a la Fe. Aunque tú le hayas dado la espalda a Dios, Él nunca te dará la espalda.
A veces es difícil entender los motivos de Dios para tomar ciertas decisiones, pero en realidad eso es lo que significa saber perdonar y saber ser un buen hombre o mujer en la vida. Besos
ResponderEliminarAna
Es muy complicado saber perdonar. Esa frase tan manida de "Yo perdono, pero no olvido", a mí me suena mal, porque si perdonas tienes que olvidar. Comprendo el sentimiento del otro hermano, es muy lógico, pero un buen padre, debe hacer lo que hizo éste.
ResponderEliminarBesos
Ana
Por eso Dios está muy por encima de nuestras capacidades. Un beso.
ResponderEliminarYo nunca he estado de acuerdo con esta parabola y menos con la frase, lo siento.
ResponderEliminarCreo que en el cielo tiene que haber la misma alegría con los que están que con los que vuelven despues de perderse por un rato.
No creo que el cielo tenga que tener preferencias, no es bueno.
Besazo
Como te diría yo, a mí tampoco me parece muy justo, pero es que si no fuera así se salvarían realmente muy pocos. Un beso.
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