Sentada en una silla junto a la cama de mi padre en el hospital, contemplo su brazo lleno de moratones de sucesivas hemorragias. Lleva pañal y apenas tiene fuerzas para darse la vuelta en la cama. No puede comer sólido y a veces habla en sueños. Sin embargo, cuando me mira, yo sigo viendo en sus ojos al hombre que fue, entre cuyos brazos me refugiaba. Su mirada mantiene la fuerza y la decisión de cuando era él quien nos cuidaba y nos protegía, hace ya tanto tiempo. Creo que era mi suegro el que decía: cuánto cuesta morirse; y es que parece mentira la capacidad de resistencia que tiene el cuerpo, incluso sin alimento, con la sangre envenenada y todos los órganos desgastados.
A veces me pregunto si vale la pena seguir así; pero entonces abre los ojos y veo que su espíritu no ha envejecido y que, detrás de ese niño grande, sigue habiendo una persona tan válida como cualquiera. No sé hasta qué punto es mejor o peor que siga siendo consciente de su situación. Para mí resulta duro, pero supongo que sería peor todavía haber perdido también su reconocimiento. Los meses van pasando y la rutina del hospital se ha instalado en nuestras vidas, no sé por cuánto tiempo. Sólo pido a Dios que mi padre lo lleve lo mejor posible, que no sufra ni se desespere. Al fin y al cabo, todos acabaremos en la misma situación tarde o temprano.
Duro Susana, lo que relatas, muy duro, para él y para vosotros. Envejecer en buenas condiciones es estupendo, pero llega un momento en que si además la calidad de vida se deteriora tanto, te preguntas realmente si vale la pena seguir así.
ResponderEliminarSupongo que lo importante es hacerle pasar ratitos agradables de cariño que le compensen por lo que está pasando.
Besos y como te van a decir todos, muchos ánimos
Eso es lo único que nos queda por hacer y rezar. Un beso.
EliminarOjalá no sufra, y no se desespere, Susana.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Un abrazo, Susana. Rezo por tu padre y por todos.
ResponderEliminarUn abrazo y mucho ánimo
ResponderEliminarTe acompaño Susana, ¡esos ratos de Hospital son terribles, ánimo!
ResponderEliminarTu padre valora enormemente, verte, créelo.
Muchos besos conmovidos
Asun
Muchas gracias por vuestras palabras de ánimo. A todo se acostumbra uno, incluso a los hospitales, pero sigue siendo muy duro, sobretodo para mi padre. Besos.
ResponderEliminarTiene que ser muy duro susana...al menos tu padre tiene tu compañia, que es mucho
ResponderEliminarEs cierto. Al menos no está nunca solo. Un beso.
EliminarMuchos besos
ResponderEliminarMuchísimo animo..
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ResponderEliminarSiento que estéis pasando por estos momentos. Es como si estuviera reviviendo la situación de mi padre hace tres años.
El no estuvo consciente de lo que le pasaba porque quedó en un estado comatoso y así estuvo varios meses. En esos momentos, daba gracias a Dios porque no sufría.
Es verdad lo que dices, el ser humano tiene capacidades ilimitadas, incluso los médicos se sorprendían cada mañana cuando pasaban visita, no comprendían cómo podía resistir en sus circunstancias.
Fuerza, Sussana, acompáñale el tiempo que puedas porque él siempre notará que estás ahí.
Besos.
Con diálisis diaria, lo increíble es que siga adelante. Un beso.
EliminarMucho ánimo, amiga. Hay que intentar que lo pase lo más tranquilo y querido posible.
ResponderEliminarBesazo doble
Que duro y no solo para él, sino para vosotros también, pero seguro que verse arropado por vosotros le reconforta. Mucho ánimo y besinos
ResponderEliminarGracias a todos. Perdonad pero no tengo muchas ganas de comentar este tema. Besos.
ResponderEliminarEs injusto no poder morir sin sufrimiento. Un confortable abrazo.
ResponderEliminarMi padre no sufre físicamente. Un beso.
EliminarFuerza y ánimo Susana.
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