Cuando era niña, siendo la menor de cinco hermanos, no comprendía por qué era incapaz de nada tan bien como ellos. No servía de mucho que me dijeran que esperara a ser mayor. Un niño no entiende de tiempo. Pero fue peor cuando, al cabo de los años, me di cuenta de que seguía sin ser capaz de hacer nada tan bien como mis hermanos lo habían hecho. Siempre fui más débil, más lenta, más torpe... Tanto que mis padres llegaron a pensar que era algo retrasada. Naturalmente, no me lo decían. Dejaban que aprendiera a mi aire, pero mi autoestima se resentía. No entendía por qué razón me sentía tan diferente de mis hermanos, de mis compañeros, de todos en general.
En clase tenía otro problema, pero no porque no entendiera, sino porque entendía todo demasiado rápido; así que me aburría mucho y acababa por no prestar atención, perdida en mis propios pensamientos. Así que mis resultados siempre fueron pasables y nunca brillantes. Al no tener que esforzarme tampoco le daba ningún valor al estudio. Estaba desmotivada. No le encontraba alicientes a las buenas notas. Ya por entonces solía escribir mis pensamientos en cualquier hoja en blanco. Reflexiones sobre la soledad y mis problemas de relación que finalmente acababan en la basura a falta de un mejor destino.
¿Por qué cuento esto ahora?. Tal vez porque pienso que existen muchas otras personas como yo. Personas que llegamos a pensar que aquello era normal porque no conocíamos otra cosa. Cuando al fin la vida me ha dado capacidad de decisión, experiencia y una familia propia, es cuando he sido consciente de hasta qué punto mi infancia y juventud fueron diferentes de lo habitual. Me ha costado veinte años comprenderlo. No creo que hubiera podido cambiar lo que pasó pero al menos espero poder perdonarme a mi misma por no ser normal.
Tal vez no son tantos como pensaba, o tal vez no lo piensan tantos como realmente lo son.
ResponderEliminar¡Bienvenida al Club, querida!
ResponderEliminarYo fui, soy y me temo que seré siempre, diferente
Te aseguro que te subestimas, los demás lo vemos con mayor perspectiva...
Un abrazo, guapa
Asun
Físicamente soy muy torpe, de verdad, y lo otro no se ve. Un beso.
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ResponderEliminarNosotros nunca nos miramos con el mismo rasero que a los demás, siempre nos parece que no hacemos las cosas como otros, algunas veces es que admiramos tanto a esos otros que no nos damos cuenta de que cada uno somos diferentes en las mismas cosas. No todo el mundo tiene la misma facilidad de aprendizaje ni la misma capacidad de asumirlo, sin que eso quiera decir que con el tiempo, no lleguemos a conseguir lo que antes no pudimos.
Si te aburrías es porque tenías un grado superior de inteligencia y rapidez y sin embargo no te fijabas que los otros no tenían esa cualidad, no le dabas importancia.
Es bueno compartir las reflexiones.
Besotes apretaos.
A mí me hubiera encantado simplemente ser parte de la media. Un beso.
EliminarYo también he tenido una sensación parecida a esa, además también somos cinco hermanos y las comparaciones son odiosas y en muchas ocasiones muy perjudiciales. Con el tiempo, vi que mis logros, más o menos que el de los demás, me llevó al camino correcto, ser feliz. espero que ahora nos demos cuenta, que los distintos, también conseguimos nuestras metas y podemos ser felices. un abrazo. me gusta tu blog
ResponderEliminarGracias por tu visita. Yo también he encontrado mi camino, pero siento el tiempo que perdí buscándolo. Un beso.
EliminarBendito sea Dios que crecemos :)
ResponderEliminarDesde luego. Un beso.
EliminarDesde luego en gimnasia era la peor con diferencia y eso lo llevaba muy mal. Un beso.
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ResponderEliminarJaja, me has recordado que yo también tenía ceros constantes en gimnasias, supongo que en su momento sí lo pasé mal, pero gracias a Dios, lo olvidé en cuanto terminé ese ciclo.
Besos.
¿Eres tú la diferente o lo son los demás?
ResponderEliminarAna
Al menos estoy en minoría. Un beso.
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