Antes incluso de empezar diciembre ya tenemos en la televisión todas las campañas de publicidad para incitarnos a comprar regalos a mansalva. Cuando mis hijos eran pequeños yo tenía la consigna de: sólo tres regalos importantes y luego cosas menudas que encargaran los parientes. Al llegar al colegio los profesores tienen la mala costumbre de preguntarles qué les han regalado y aquello se convertía en una competición a ver quién tenía mayor número de regalos, de manera que mis hijos se sentían un poco mal. Yo lo siento por ellos, pero creo que es mejor así. El exceso de regalos caros sólo consigue que no se disfrute de nada.
En cuanto a los adultos, empieza el festival de colonias y complementos. Recuerdo que llegó un momento en que ya no me cabían más cosas en casa. Afortunadamente ahora tengo dos para repartir. Aun así en algún lugar del trastero debe haber todavía una caja de colonias porque yo no las uso. Para mí, tener que inventar regalos nuevos cada año era una pesadilla. Por suerte, hace ya un par de años que los niños crecieron y dejamos de hacer regalos a todos (ocho hermanos, diecisiete sobrinos). Aquello era una ruina y un sinsentido. Así que ahora, cuando veo los anuncios en Navidad me siento aliviada de pensar que eso ya no va conmigo.
A mí no me gusta la Navidad y me estreso sólo de pensar en los regalos y los preparativos... Uffff. Besotes!!!!
ResponderEliminarA mí tampoco. Un beso
ResponderEliminar¡Lo vivimos tan diferente! Yo disfruto muchísimo pensar en cada persona y en qué puedo darle, y si hay poco dinero -o nada de dinero-, se convierte además en algo para echar a andar la creatividad. Lo saqué de mi mamá: mi mamá es la mayor regaladora del mundo :D
ResponderEliminarSupongo que no tienes que hacer 34 regalos como yo. :). Un beso.
EliminarNunca los cuento :D pero me encantaría que fueran muchos :D ¡Un beso!
EliminarLas colonias deberías haberlas reciclado y aprovecharlas para nuevos regalos, así habrías matado dos pájaros de un tiro.
ResponderEliminarBesitos
Tenía miedo de devolvérsela al mismo que me la había regalado. Un beso.
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