A veces me piden que explique pasajes de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento. Yo no soy teóloga, pero aunque lo fuera la Fe no se puede explicar con palabras. La Fe es un don que se concede a aquel que lo busca y lo desea con toda el alma. Yo he recibido mucho más de lo que merecía, pero aún así no puedo transmitirlo. El otro día leí algo sobre que el sentido está en la propia búsqueda. Supongo que tienen razón. Cada cual tiene que encontrar su propio camino y a veces los que no creen en Dios resultan estar más cerca del destino que algunos que creemos. Y es que Dios escribe recto con renglones torcidos. Y aunque tú te olvides de Dios, Él nunca te olvida.
Igual que no se puede obligar a alguien a amar, tampoco se puede obligar a creer. Sin embargo, en la propia naturaleza encontramos la belleza que nos acerca al Creador. Cuando entro en una Iglesia me siento en paz con el mundo. A veces al escuchar un texto de la Biblia o al oir una canción de misa se me saltan las lágrimas de alegría. Es algo que no se puede explicar, hay que sentirlo. Por qué algunas palabras parece que están escritas para mí, por qué en la Iglesia estoy como en mi casa, por qué necesito rezar varias veces al día... La Fe no es una fórmula matemática. Si lo fuera tal vez no tendría ningún mérito. La respuesta no está en las palabras, en los sitios o en las personas. Es un poco de todo y un poco de nada.
...también pienso que la Fé, una vez la tienes o mejor dicho, te la han concedido; es una elección, un acto de libertad para acogerla y serle fiel, aunque aparezcan los "nubarrones".
ResponderEliminarEs cierto. Una vez que se tiene hay que cuidarla y alimentarla o si no se puede llegar a perder. Un beso.
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