En el país de los ciegos el tuerto es el rey

Curioso refrán que ilustra un hecho muy común, que es la capacidad que tenemos todos para opinar sobre cualquier tema sin ser expertos en nada. Es humano que todos queramos tener una opinión formada, pero el riesgo aparece cuando otras personas siguen a esos informadores creyendo sus palabras a pies juntillas y no se molestan en contrastar la información. En una sociedad tan falta de valores como la nuestra es realmente fácil que cualquiera se convierta en un icono sin merecerlo. Basta con tener fama, belleza o poder o mejor las tres cosas a la vez, como Angelina Jolie, por ejemplo, para que todos te admiren.

De manera que, si nuestros ídolos resultan ser personas con costumbres poco recomendables, digamos, como el sadomasoquismo en el caso de Jolie, todo pierde importancia gracias a las campañas de marketing que los convierten en un dechado de virtudes. Hay que tener cuidado con las personas a las que se admira y sobretodo con aquellos en cuya opinión se confía. Cuando la gente está perdida sin referentes morales es presa fácil de cualquiera que les diga lo que quieren escuchar. Siempre hay personas inteligentes pero con pocos escrúpulos que se aprovechan de la ingenuidad de otros para lograr sus  propios fines. No lo olvidemos.