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Nubes sobre el Mar

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Cuadro pintado por mi hija pequeña

sábado, 30 de noviembre de 2013

Háblame pollito




Un estupendo artículo de Carmen Posadas sobre la soledad acompañada del hombre moderno.


Hay nombres que son toda una metáfora. Como por ejemplo la elección por parte de Microsoft de la palabra Windows para bautizar sus sistemas operativos. Ellos se referían a otro tipo de ventanas pero, qué duda cabe de que uno puede hacer un diagnóstico muy certero de cómo es el mundo actual mirándolo desde ese privilegiado puesto de observación. Y no me refiero ahora a lo amplios ventanales que permiten, sin moverse de casa, visitar el Taj Majal, montarse en un submarino nuclear o nadar entre tiburones. Tampoco hablo de esa ventanilla única tan práctica que nos facilita sacar dinero del banco, adquirir un pasaje de avión o pagar impuestos. Hablo más bien de la indiscreta ventana que permite espiar lo más íntimo y secreto que se manifiesta amparado en el anonimato que es una de las características más positivas (y a la vez negativas) del mundo virtual. Imagino que a estas alturas habrá varios tratados psicológicos, antropológicos y hasta filosóficos destinados a sacar conclusiones sobre lo que revelan ciertos comportamientos en la red. ¿Qué indican de nosotros, civilizados individuos del siglo XXI, la coexistencia de fenómenos altruistas y desinteresados como los clubes de lectura o la cadena de favores con otros tan aterradores como el ciberbulling o las páginas de pornografía infantil? Simplemente lo que ya sabíamos, que el ser humano es capaz de todo lo mejor y de todo lo peor y que, en territorio tan vasto y sin ley, se manifiesta sin tapujos. También las aplicaciones de móviles dicen mucho de nosotros, como la nueva extravagancia que está haciendo furor en China, por ejemplo. Se llama Xiaohuangji, que quiere decir pollito amarillo, y tanto éxito ha tenido que, tres meses después de su salida del cascarón cuenta ya con tres millones de adeptos e incluso con un imitador, otro pollo del mismo color pero con un sombrerito rojo. ¿En qué consiste el enorme atractivo de Xiaohuangji? Pues en que, gracias a un sofisticado programa de inteligencia artificial, conversa, da ánimos y reconforta a su propietario; vamos, que es como un coach pero en pollo. Vean cómo funciona. Enciende uno el teléfono, aparece Xiaohuangji, pía un poco y luego pregunta “¿Cómo estás?”. “Mal –contesta uno–, no he tenido un buen día”. “¿Qué te pasa?” –se interesa el pollo. “Estoy muy estresado” –explica uno– y Xiaohuangji con voz sedante recomienda: “Venga, date un paseíto, te sentirás mucho mejor”. Los sociólogos dicen que el éxito hay que buscarlo no en los consejos del pollito, que no son los de Confucio, precisamente, sino en la deshumanización del mundo moderno, lo que augura que –tal como ocurrió con el Tamagochi, aquel amigo virtual al que había que cuidar y alimentar– pronto hará furor también entre nosotros, puesto que las modas que triunfan en Oriente más pronto que tarde se imponen en Occidente. La gente necesita alguien que la escuche, insisten los expertos. En especial los jóvenes se sienten muy solos. Soledad, he aquí el vocablo más temido de la sociedad moderna. La gente no sabe estar sola y hace cosas increíbles para evitar ese vacío. Una vez más internet es una ventana por la que puede observarse a qué recurren las personas para esquivar a ese monstruo al que tanto temen. Desde actividades inofensivas como jugar a Apalabrados o a la canasta hasta grabar actos íntimos, enamorarse de un alma gemela que vive en Nueva Zelanda o pactar un suicidio colectivo. Si en efecto tienen razón los sociólogos y los que más sufren de soledad irredenta son los jóvenes, ¿no sería mejor enseñarles que soledad no es necesariamente un estigma, una maldición? Vivimos en un mundo tan infantiloide que parece que si uno no se aturde con gente, ruido, música, pavadas, no puede ser feliz. Cuando resulta que es todo lo contrario. Saber estar solo es el primer y obligado paso hacia la felicidad, hacia el equilibrio. Y por una razón muy simple. El que no sabe estar consigo mismo y confía su bienestar a otros, tiene todas las papeletas para llevarse un desengaño, una desilusión. Peor aún, a lo mejor un día después de muchos chascos y de pensar que el mundo es un asco, acaba contándole sus penas al pollo. Y ni siquiera a uno de carne y hueso.

4 comentarios:

  1. Jeje, buen artículo Susana, es cierto.
    La conclusión principal que saco, aunque pueden sacarse varias según en que te fijes al leerlo, es que con Internet, sin Internet, en las cavernas o viviendo en Marte, la base y la clave de nuestros problemas y sus posibles soluciones, somos nosotros mismos, el ser humano con toda su complejidad, sus miedos, su grandeza y su miseria, presentes desde el principio de las tiempos hasta ahora. Internet y las nuevas tecnologías no son más que un nuevo sistema para sacar a la luz todo eso relacionándonos con ello de maneras distintas, pero seguimos siendo lo que somos, eso no cambia.
    Besos

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    1. Estoy de acuerdo, pero antes sabíamos estar solos, incomunicados y bueno, lo soportábamos. Claro que siempre será mejor hablar con un pollito que te contesta que contigo mismo por la calle, pero en el fondo el problema es el mismo. Un beso.

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  2. En mi opinión, este post se engloba en el tema de la educación. No educamos para saber estar con uno mismo, para conocerse y así poder salir al mundo.

    Desde muy pequeñitos he visto atrocidades como bebés manejando el teléfono de mamá para "distraerlo" mientras ella habla conla amiga. O un viaje en coche en el que la distracción no es el "veo veo" sino una película para que callen y no molesten.

    Educamos a los niños en el ruido, en la presencia de otro aunque sea una presencia virtual y falsa. Hemos pasado, en mi opinión, del mayor pasotismo en una educación para sobrevivir a lo que te tocara (ser el mayor, el pequeño, el de en medio, hijo único, tenía sus propias consecuencias) a tenerles rodeados de ruido y falsos amigos. Luego crecen y no se les reconoce..... porque no se les conoce.

    Un abrazo

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    1. Parece que hoy en día la prioridad es estar entretenido y cuando eso falla no sabemos a qué hacer. Un beso.

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Espero vuestras opiniones siempre que vengan con educación y respeto.