Este dicho se refiere a que las parejas que riñen son realmente las que más se relacionan, es decir, las que más les importa lo que el otro piense o haga. Cuando alguien me dice que en su matrimonio no han reñido nunca o nunca han tenido problemas pienso que van a durar muy poco. Porque un matrimonio es mucho más que una amistad. A un amigo le sigues la corriente porque en el fondo no te afecta mucho lo que diga. A tu pareja tienes que dejarle claro siempre lo que quieres para evitar malentendidos. Tampoco es cuestión de estar todo el día riñendo como otros. Eso ya es una mala costumbre y no es sano.
Pero es perfectamente normal que haya discrepancias e incluso que existan largas temporadas en que no se consigue encajar. Tal vez por los problemas del trabajo o de los hijos, o porque uno pase por un mal momento. Como se ve en la serie Cuéntame, que yo sigo habitualmente, incluso los matrimonios mejor avenidos se pueden ir distanciando sin darse cuenta. Pero lo bueno es que la vida suele ser larga y con el tiempo las aguas vuelven a su cauce. Una pareja es algo vivo que va evolucionando con las personas que la forman. Por eso hay que darle tiempo al tiempo y confiar en que el amor sea más fuerte que las circunstancias.