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Nubes sobre el Mar

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Cuadro pintado por mi hija pequeña
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miércoles, 4 de marzo de 2015

Meter cizaña

Yo diría más bien sembrar cizaña y para hacer honor al título, esta vez voy a hacerlo. Creo que las mujeres en general somos más proclives a esto. Quiero decir que los hombres son más nobles y hacen y dicen directamente lo que quieren, mientras que nosotras vamos un poco por detrás preparando el terreno. Supongo que es un mecanismo de defensa. De todas maneras, no debería pluralizar porque la verdad, aunque suene mal, es que yo en eso soy muy poco femenina. Yo siempre digo lo que pienso y si no debo decirlo me callo, pero no voy lanzando insinuaciones o diciendo medias verdades para favorecer mis intereses. Me parece muy mezquino.

Meter cizaña viene de la Parábola del sembrador de la Biblia, donde éste iba echando semillas pero unas caían en terreno favorable y otras entre cizañas que no las dejaban crecer. Eso es real como la vida misma. Si tuviera que poner un ejemplo de alguien directo y sincero sin duda sería Jesucristo. Él jamás dijo nada para agradar a su público. Siempre hablaba de forma clara y concreta, tanto que a veces resultaba incluso brusco. No se dedicaba a dorar la píldora a unos o a otros. Creo que ése es el camino que debe seguir un buen cristiano y cualquier buena persona en general. De ese modo se hace más difícil que haya malas interpretaciones.

viernes, 9 de enero de 2015

Dorar la píldora

Creo que es bastante conocido el sentido de esta expresión, parecida a Hacer la pelota. Se trata de seguirle la corriente a alguien generalmente para lograr algo, aunque sólo sea un poco de paz. Yo que no soy de esta manera de ser, sin embargo, con los años no he tenido más remedio de contemporizar muchas veces y aprender al menos a callarme cuando no estoy de acuerdo con algo. Les suelo decir a mis hijos que, puedes pensar lo que quieras, pero no puedes decirlo. El pensamiento es libre, pero las declaraciones tienen consecuencias y luego no se puede volver atrás. Por eso se dice que eres dueño de tu silencio y esclavo de tus palabras.

Entre dorar la píldora y decir todo lo que se te pasa por la cabeza existe, como siempre, un término medio. Sin embargo, yo no soy maestra en ese arte y por eso prefiero callarme muchas veces a meter la pata. Aun así, existe gente tan sensible y volcada en sí misma que, hagas lo que hagas y digas lo que digas, sabes que se va a molestar sí o sí. Qué le vamos a hacer. Como se dice, tienen un doble trabajo: enfadarse y desenfadarse. Existen lugares como algunos trabajos y especialmente los artísticos y de comunicación donde la adulación está a la orden del día, hasta tal punto que hay gente que llega a vivir al margen de la realidad.