Las 7 verdades demoledoras sobre la Segunda República

Hoy se
nos dirán muchas cosas preciosas y falsas de la Segunda República, pero
seguro que ninguna de estas verdades desagradables y feas, segun ha
informado Navarra Confidencial:
1-La República nunca fue refrendada en las urnas
La
Segunda República llegó por el abandono del país por parte del rey
Alfonso XIII, no porque nadie votara en un referéndum que se instaurara
un régimen republicano. El rey abandonó España tras unas elecciones
municipales en las que sin embargo los partidos monárquicos obtuvieron
22.150 concejales frente a los 5.875 de los partidos republicanos. Nunca
se votó la Constitución republicana. La forma de estado que consagraba
la Constitución y el marco jurídico de la Segunda República nunca fueron
explícitamente refrendados por el pueblo.
2-Defender la monarquía era ilegal en la Segunda República
¿Se
imagina usted que hoy estuviera prohibido ser republicano o mostrar una
bandera republicana? Pues la Segunda República prohibió ser monárquico u
ostentar cualquír símbolo monárquico. En la Segunda República no estaba
permitido el debate entre monarquía y república. El artículo 1.6 de la
Ley de Defensa de la República, de octubre de 1931, estableció que “son
acto de agresión a la República”, pasando a estar prohibidos, actos como
la mera “apología del régimen monárquico o de las personas en que se
pretenda vincular su representación y el uso de emblemas, insignias o
distintivos alusivos a uno u otras”.
3-El primer golpe de estado contra la república lo dio primero la izquierda
En
cuanto la izquierda perdió las primeras elecciones, dio muestra de su
talante antidemocrático poniendo en marcha un golpe de estado contra el
gobierno. La izquierda, por consiguiente, en rigor no tiene demasiada
legitimidad moral para condenar el alzamiento de 1936. Como dijera
Salvador de Madariaga, “Con la rebelión de 1934, la izquierda española
perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de
1936”. La diferencia es que el golpe del 36 tuvo éxito y el del 34
fracasó. El propio Indalecio Prieto, líder socialista, reconoció y
lamentó años después , ya en el exilio, su participación en aquel primer
golpe contra la república: “Me declaro culpable ante mi conciencia,
ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en
aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no
como gloria”. Llama la atención ver cómo algunos partidos se presentan
actualmente como defensores de aquella república contra la que montaron
un golpe de estado. Largo Caballero declaraba abiertamente en aquella
época que “Las elecciones no son más que una etapa en la conquista y su
resultado se acepta a beneficio de inventario. Si triunfan las
izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar dentro de la legalidad,
pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra civil
declarada“. Esa era la mentalidad democrática de la época.
4-La izquierda renegaba de la bandera republicana, que ahora pasea a todas horas
Parece
un tanto insólito afirmarlo, pero la izquierda no tenía en 1936 ninguna
estima por esa bandera tricolor que ahora adorna todos sus mítines y
manifestaciones. Cuando la bandera republicana era la oficial la
izquierda renegaba de ella. Largo Caballero era claro en este sentido y
pone en evidencia que el republicanismo retrospectivo de la izquierda
actual vive instalado en el mito: “Tenemos que luchar como sea, hasta
que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera
tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la
Revolución socialista”.
5-Los campos de “esclavos” los inventó el gobierno republicano
El
diputado y director general de Prisiones de la República, en octubre de
1937, declaraba ante la apertura de un nuevo campo de trabajos forzados
(el de Albatera, Alicante): “Por decreto de 26 de diciembre de 1936, se
crearon los campos de trabajo que significan una noble innovación en el
régimen penitenciario español haciendo que el recluso se gane con su
esfuerzo lo que cuesta sostener al Estado y se reivindique por el único
sistema que puede tener un hombre para hacerlo, es decir, por medio del
trabajo”. Cuando los nacionales ganaron la guerra, en la mayoría de los
casos simplemente pasaron a convertir a los carceleros en presos.
6-1931: comienza la quema de iglesias y conventos
La
persecución religiosa siguió en sólo cuestión de días a la instauración
del régimen republicano. Si el 14 de abril se proclamaba la República,
una oleada de ataques a iglesias y conventos se desató en toda España
entre los días 10 y 13 de mayo, ante la flagrante pasividad del gobierno
republicano. En 1932 se expulsó de España a los Jesuitas. Los ataques a
las iglesias constituirían desde entonces una constante, con diversa
intensidad, a lo largo de todo el período republicano. Ya en el golpe de
1934 algunos religiosos fueron asesinados, como los recientemente
beatificados Tomás Pallarés Ibáñez o Salustiano González Crespo. Durante
la guerra se asesinó a cerca de 7.000 religiosos en el lado
republicano. Manuel de Irujo, ministro de Justicia republicano y miembro
del PNV, lo relató así: “Sacerdotes y religiosos han sido detenidos,
sometidos a prisión y fusilados, sin formación de causa, por miles,
hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan solo en la
población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje,
sino en las ciudades, como Madrid y Barcelona y las restantes grandes
poblaciones suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa
conocida que su carácter de sacerdote o religioso”. A menudo se le
reprocha a la Iglesia su cercanía al bando nacional, o se justifica su
persecución por esta cercanía. Lo que sucede es que la realidad
permitiría más bien argumentar todo lo contrario. Que la Iglesia
forzosamente tenía que estar más cerca del bando nacional porque el
otro, sencillamente, la estaba exterminando desde antes incluso del
alzamiento.
7-El asesinato de Calvo Sotelo
Apenas
seis días antes del golpe de estado que supondría el comienzo de la
Guerra Civil y el principio del fin de la República, el líder de la
oposición al gobierno frentepopulista, el diputado conservador José
Calvo Sotelo, era asesinado por una patrulla de la policía acompañada
por los guardaespaldas del mismísimo líder del partido socialista:
Indalecio Prieto. Esa misma noche el otro líder parlamentario más
destacado de la derecha, José María Gil Robles, también fue buscado para
ser asesinado, librándose del tiro en la cabeza al encontrarse ausente
de su domicilio. El estado de la nación justo antes del alzamiento
consistía por tanto en que los líderes de la derecha eran sacados de sus
casas y asesinados como perros por pistoleros de la izquierda. El
crimen supuso la chispa desencadenante de una guerra largo tiempo
larvada y la demostración del fracaso convivencial del régimen
republicano, fracaso en el que obviamente hay responsabilidades para
todos.
http://elmunicipio.es/2015/04/7-verdades-demoledoras-sobre-la-segunda-republica/
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